Joaquín Sabina se despide con «Un último vals», un adiós entre copas, bohemia y amigos

Joaquín Sabina, trovador bohemio y cronista de noches infinitas, ha decidido dar su último paso en los escenarios. Con «Un último vals», el más reciente sencillo que lanzó, Sabina hace lo que mejor sabe: mirar el mundo desde la esquina de un bar, entre amigos, con un guiño cómplice y una sonrisa a medias. Esta canción es una despedida, pero también un abrazo a esos momentos compartidos con su público durante casi cinco décadas. Sabina no dice adiós con lágrimas, lo hace brindando, con ironía, como quien sabe que la vida siempre guarda una última sorpresa.

A sus 75 años, Sabina parece estar en paz con el paso del tiempo, y su voz desgastada pero profunda lo confirma. Junto a su inseparable Leiva en la producción y con la ayuda de Benjamín Prado en la letra, Sabina nos regala un tema íntimo, que suena a confidencia de madrugada. La instrumentación es delicada, con arreglos que saben darle espacio a su voz y a su poesía cargada de vivencias. El sonido de las guitarras de Carlos Raya y los toques de teclado de César Pop envuelven la escena de este último baile, mientras la batería de José Bruno marca el ritmo de una despedida que parece una charla entre viejos amigos.

El videoclip dirigido por Fernando León de Aranoa nos transporta a un bar cualquiera, ese que tantas veces ha sido escenario en las letras de Sabina. Con la barra como altar y el barman como testigo, Sabina entona su canción mientras los amigos van llegando, uno a uno, para acompañarlo en este momento tan suyo. El ambiente es íntimo, casi familiar. Se siente el calor de las personas que han estado a su lado, y la cámara capta esa complicidad sin artificios. El bar no es solo un escenario, es el reflejo de tantas historias compartidas, de esas noches que terminan siempre con un último brindis.

«Un último vals» marca el inicio de la gira «Hola y Adiós», con la que Sabina recorrerá América y Europa, despidiéndose de su público tras 50 años de canciones. Lima será una de las ciudades que recibirá a Sabina por última vez, el próximo 17 de marzo de 2025, en un concierto que promete ser inolvidable. Sabina llega a Lima sabiendo que este adiós no es solo suyo, es también de aquellos que lo han acompañado en cada verso, en cada historia.

Joaquín Sabina sigue siendo ese poeta urbano que le canta al amor, a la derrota y a las alegrías simples. «Un último vals» es la muestra de que su despedida no tiene grandes gestos, pero está cargada de humanidad y complicidad. Y en ese último baile, Sabina se va, acompañado por quienes siempre lo han seguido, con una mirada que no deja de sonreír.

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