Nero Lvigi y Norick presentan «Iglesias Vacías», rap contra la hipocresía sagrada

Nero Lvigi y Norick no esquivan la polémica en «Iglesias Vacías», un tema que desenmascara las sombras de la institución religiosa en el Perú. La canción no se anda con rodeos: expone los errores, los abusos y las traiciones que durante siglos han mantenido a un pueblo atrapado entre la fe y la desilusión. Con una base sólida y contundente producida por Numen de la Kauza, el track se convierte en una declaración tan incómoda como necesaria, respaldada por scratches precisos de Der Enyel que evocan el desgarro de verdades largamente silenciadas.

La lírica de Nero Lvigi se clava como un bisturí afilado, diseccionando con precisión los mecanismos de opresión que se esconden tras las paredes de los templos. Su enfoque no solo es valiente, también es urgente, con frases que golpean directo al corazón de un sistema que muchos ven como incuestionable. Norick, por su parte, aporta una voz que combina la autoridad de la experiencia con la rabia contenida. Su interpretación transmite la indignación de quienes han sido testigos del daño que las instituciones religiosas pueden infligir cuando priorizan el poder sobre los valores que dicen representar.

El videoclip dirigido por Jeison Riva y Juan Mandamiento no pretende ser un simple acompañamiento visual, sino una extensión del mensaje. Las imágenes de templos abandonados y rostros anónimos son el telón de fondo de una crítica profunda. Cada encuadre, cada sombra, refuerza la atmósfera de desolación y confrontación, subrayando el impacto emocional del tema.

«Iglesias Vacías» no deja espacio para la ambigüedad. Las voces de Nero Lvigi y Norick se complementan en una sinergia que combina la crudeza del mensaje con la musicalidad propia del hip-hop. La canción desafía al oyente a reflexionar sobre el papel de la iglesia en una sociedad que parece despertar lentamente de un largo letargo impuesto por el miedo y las mentiras.

Más allá de la música, esta colaboración se siente como un acto de resistencia. Es un grito colectivo que exige transparencia y justicia, un recordatorio de que el arte tiene el poder de cuestionar lo que otros prefieren ignorar. En un contexto donde el silencio suele ser la norma, «Iglesias Vacías» no solo se escucha; también resuena.

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