Rock Achorao se fue al Pitchfork Music Festival 2021, evento desarrollado este 10, 11 y 12 en el Union Park, en Chicago Illinois, Estados Unidos. Durante tres días y bajo el sol que no daba tregua, artistas de diversas partes del país norteamericano se reunieron entre la música y la nueva normalidad ante la COVID-19.
Para ingresar, debías mostrar tu carnet de vacunación o una prueba negativa reciente de COVID-19. Sólo así se protegen todos los asistentes. El parque tenía diversas zonas: food trucks, “backstage” donde los asistentes vip podían ver entrevistas en vivo con algunos artistas, la zona “plus” donde contaban con asientos y bar privado, un mercado de marcas independientes y una zona de arte gráfico donde se vendían ilustraciones alusivas a la música. Tenía toda la esencia de un festival indie. Mientras, veías a la mayoría de asistentes con una manta que les permitía sentarse en el piso y disfrutar de cada una de las presentaciones.
Por protocolos de bioseguridad, el uso de dinero en efectivo no estaba permitido. En su lugar había que usar tarjetas de débito o crédito o comprar tickets. En el caso del mercado, esto podría variar. En la parte musical, habían tres escenarios: azul, rojo y verde, siendo el más grande este último, y donde se presentaron los actos estelares de cada uno de los días.
La primera fecha, viernes 9 de septiembre, tuvo como actuación final la de la nominada a los premios Grammy, Phoebe Brigders, esto como parte de su tour con el aclamado álbum Punisher. La natural de Los Angeles, California tuvo una impecable puesta en escena. Las luces azules y rojas y la escenografía nos transportaban al concepto de su disco. Ella y sus músicos, con su característico traje de huesos del cuerpo humano nos daban la bienvenida a una puesta en escena que fue muy calmada y tranquila para un escenario de dicha magnitud.
Quien nos introdujo al lado más folk fue Big Thief. Con ellos no sólo disfrutamos de su éxito Shark Smile, sino también exploramos su lado más nostálgico con “Change”, “Simulation swarm”, “Dragon”, entre otras canciones. La artista que nos sorprendió gratamente fue Kelly Lee Owens, quien, además de interpretar gran parte de su aclamado álbum Inner Song, no dejó de llevarse las palmas de los presentes. No la dejaremos de recomendar.
El segundo día el sol seguía y Waxahatchee, con su indie folk, también brilló. Con micrófonos con rosas rojas, la vocalista Katie Crutchfield encantó con su voz y su talento. Del lado más tierno pasamos al más ‘heavy’. Ty Segall y banda pusieron a poguear a los asistentes con canciones como “Finger”, “Squealer”.
La leyendaria Kim Gordon también estuvo presente en el festival. La ex vocalista de Sonic Youth, banda icónica de rock alternativa, hizo que el público cayera a sus pies. Con el apoyo de sus virtuosas guitarrista y bajista, interpretó un setlist con casi todas las canciones del No Home Record, la producción denominada uno de los mejores lanzamientos por Pitchfork. Asimismo, presentó una nueva canción de su próximo trabajo.
La esencia indie folk llegó con Angel Olsen. Con temas calmados y serenos, la cantautora hizo un repaso por su discografía, la cual ha logrado ser considerada por Pitchfork como una de las mejores (My Woman, All Mirrors) a lo que la audiencia supo apreciar. Asimismo, tuvo una invitada especial: Sharon Van Etten, quien, al subir al escenario, generó algarabía entre los presentes. Con ella cantó Like I used to, como parte del sencillo que acaban de grabar juntas.
Llegamos a la parte más teatral y profesional del festival: la presencia de St. Vincent. Annie Clark (nombre real de la música) llegó con el tour Daddy’s Home, de su más reciente álbum. Las referencias de soul, funk y disco de los setentas se escucharon a lo largo de toda su presentación, que también contó con la presencia de tres coristas, quienes supieron ganarse al público. Los cambios de guitarra, de escenografía, el ambiente que nos llevaba a una ciudad y la artista en una de sus facetas más rockeras nos impactó. Somos conscientes de que, con ella, contaremos con un espectáculo de calidad.
El tercer y último día, domingo 12 de septiembre, encontramos a una artista con mucho potencial: Mariah the scientist. La natural de Atlanta, Georgia, con un DJ de apoyo, interactuaron con el público y se divirtieron en el escenario. Esto se pudo reflejar durante la presentación. Vale la pena revisar su música. Por otro lado, la que sigue los pasos de una gran estrella como Dua Lipa es Caroline Polacheck. Esta última, además de ser una de las artistas invitadas al tour de la inglesa por tierras norteamericanas, cuenta con un sólido fanbase, quien no dejó de aplaudir y corear canciones como “Bunny as a rider” o “So hot you’re hurting to my feelings”.
Uno de los artistas que se llevó los merecidos aplausos de esta edición del festival y se percibió la conexión con el público fue Thundercat. El ganador del Grammy, Stephen Lee Bruner (nombre real del músico), desbordaba talento. El rhythm and blues, la pasión al tocar y el acompañamiento clave de su baterista y tecladista fueron más que suficiente para que el público apreciara cada uno de sus temas. Inclusive, hubo personas desmayadas.
La emoción de ver a un artista como Thundercat, se trasladó al rapero Danny Brown. Él fue el siguiente en presentarse. Su saltos, la fuerza de su voz en cada frase y su forma de ser extrovertida hizo que los presentes saltaran, corearan y disfrutaran cada minuto de él en el escenario. Una chica le aventó su brassier, a lo que no dudó en ponérselo. Fue una locura. Si no lo has escuchado, todavía estás a tiempo. Poco a poco llegamos al final del domingo y, por ende, de la edición 2021 de este festival. Encima de una gran pantalla, Flying Lottus nos dio una clase maestra de música electrónica. Entre su setlist, el también invitado al concierto que dio Radiohead en nuestro país invitó al escenario a Thundercat para tocar “Black Gold” e interpretó un cover de Kendrick Lamar, llamado “Wesley’s Theory”.
Si buscábamos algo más minimalista, sadcore o folk para ese día, Cat Power era la respuesta. Con luces totalmente rojas, la artista demostró la buena química que tiene con su banda. El final del Pitchfork Music Festival estuvo a cargo de la cantautora de neo soul, funk y rhythm and blues Eryka Badu. Entre videos, luces, músicos y melodías, su espectáculo fue una celebración y reivindicación de la cultura afroamericana. Con un gran sombrero sobre su cabeza, Erykah se impuso en todo momento. Fue aclamada desde que inició con “Dial’Afreaq” hasta concluir con “Bag lady”.
Las tres fechas del Pitchfork Music Festival estuvieron llenas de constantes descubrimientos: conocer cómo se desarrolla un festival de indie en Estados Unidos, el desarrollo de un evento de gran magnitud en la “nueva normalidad”, escuchar artistas que puedan (o no) venir al Perú y presenciar las dinámicas del público estadounidense. Una oportunidad de la cual estamos agradecidos y prometemos volver.
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