¡Que tal Mostrion!: Así se celebraron los 10 añitos de Motion by Superclub

Motion Festival aterrizó en Lima con una propuesta que desde su anuncio despertó una fuerte ola de emociones. Además, en la celebración de sus 10 años como evento que reúne y ha logrado reunir a los artistas de electrónica más aclamados en la capital, no hay duda que Perú es el destino ideal para muchos de estos DJ internacionales, basta recordar su edición anterior que contó con Richi Hawtin, Amelie Lens, Joris Vorn y una larga lista. Dos días de sets en vivo, más de 18 horas de música y un segundo stage impulsado por Red Bull triunfó en el segundo día. Motion se resume en un portal que se abrió entre el 27 y el 29 de mayo, regalándonos recuerdos mágicos, sensaciones emotivas que a más de uno escarapeló la piel y varios nuevos amigos que nos acompañarán en futuras aventuras. Larga vida a Motion.

El día uno del festival estaba encabezado por el pulcro y oscuro PanPot, artista cacerito de la cartelera peruana e infalible cerebro para manejar ritmos techno oscuros y retumbantes. No había manera de perdérselo… pero vamos en orden. Llegamos al recinto, nuestra casa, Mamacona, entre las 11:30 y 12:00. Con una seguridad que nos revisó hasta el alma y algunos tragos encima, entramos para conocer el espacio. Las luces, la música y las previas con los patas ya nos tenían bien ensalzados. Aunque esperábamos llegar a ver a Boys Noize, fue triste enterarnos de que había cancelado su show y que por ende algunos sets se acomodarían. Fue Undercatt quien hizo el pare de la fiesta, metiéndonos de lado a lado con cierta oscuridad en sus ritmos. Personalmente, fue mi primera vez descubriéndolo, pero varios amigos ya lo tenían en la mira. Yo estaba ansioso porque Ida Engberg subiera a la tarima.

Con una puntualidad única, a las 1:30 subía la DJ sueca Ida Engberg. Las luces rojas y visuales igual de deeps nos adentraban a otro mundo. Y sí, creo que los horarios estuvieron muy bien hechos. Iban desde ritmos progresivos hasta lo más oscuro e Ida inició ese bloque de manera única. Algunos tracks eran demenciales y definitivamente los bajos destacaron durante todo el set, una ola de techno que te desataba el pecho. Creo yo que ansioso por entrar, Alan Fitzpatrick esperaba su momento. Con varios amigos ya estábamos en otro mundo. Volamos con el set de Ida y sabíamos que Alan iba a elevarnos aún más. Estábamos listos, pero con cierto miedo del bueno. A las 3:00 empezaba Alan, y con el cierre que se mandó Ida, no pudimos darnos cuenta del cambio, pero sí algunos tracks después, cuando lo vimos en el escenario saludar al público. Alan comenzó y esa velocidad que lo caracteriza nos puso a zapatear únicamente. Sacábamos polvo al suelo y gritábamos hasta no más poder. Estábamos en el clímax.

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No sabíamos qué nos esperaba con PanPot. Teníamos ya unas cinco horas bailando a full, no habíamos dado tiempo para comprar agua, ni salir a los baños. Así que me di una escapada veloz, en la que pude ver las áreas de comida con gente haciendo la respectiva bajona, descansando y recargando fuerzas. Compramos algunas aguas por 10 lucas cada una y volvimos a la misma zona, que para ser el primer día sentíamos que estaba un poco ligera de gente. Podíamos movernos tranquilamente y eso nos encantaba. PanPot arrancó y todo se deshizo, no literalmente, pero la gente se activó. Varios extranjeros que casualmente nos hicieron la conversación se pegaban para continuar el baile. Éramos una marea de personas al ritmo de la electrónica más oscura y visceral. Estábamos ansiosos por más. Track por track íbamos dejando todo en el baile. Varios clásicos pasaron por los platos de los DJs alemanes, así como visuales increíbles de formas humanas, texturas y animaciones, que por cierto, estaban en una enorme pantalla frente a nosotros. No había forma de no disfrutar, pues incluso hasta en el techo habían tres paneles largos y enormes donde se reproducían los diferentes visuales. Era sin duda un complemento del evento que nos dejó perplejos desde la primera vez que lo observamos, una locura total.

El cierre de PanPot era inminente. Ya a las 5:59 casi se iban soltando las últimas vibraciones y el público con las manos arriba y aún con toda la emoción en el cuerpo le daba ese aplauso de adiós al dúo y al día uno del evento. Aún faltaba mucho por bailar y ver.

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DÍA 2

Un poco cansados, despertamos el sábado con energías para volver. La fiesta ambos días empezó a las 8:00 p.m., así que teníamos un largo día. Por mi lado, me pasé escuchando las grabaciones del día anterior. Había llevado mi grabadora y eso me hizo poder atesorar varios sets que pronto espero compartir. Pero algunos no los grabé y hoy estaba dispuesto a hacerlo en cada uno de los sets, así que nos alistamos, tomamos un par de chelas en el camino y nos mandamos desde las 10:00 al recinto. Esta vez teníamos clara la ruta, y empezaba en el peruano Daniel Martinetti, quien estaba en el Stage 2 y con un suculento y bien trabajado techno nos fue merodeando los oídos, endulzando la noche para empezarla a tope. Nos quedamos junto a ese stage durante buen tiempo, pues estaba repleto y nos costó un poco llegar hasta adelante. Dicho sea de paso, este stage tenía un ritmo diferente, más bailable, más juerguero y house en ciertos casos, tal vez por eso el abarrotamiento. Estábamos felices de ver tanta gente, aun así, solo bailábamos. Salimos, ¡adiós Martinetti! Volvemos para Oxia.

En el Stage 2, Gheist y Ben Böhmer tenían el mismo son, un progressive bendito que nos hizo sentir hasta las lágrimas. Clásico tras clásico del género nos introdujo en un viaje de sensaciones, emotividad y recuerdos de los buenos días. Estas horas se sintieron como una limpieza del alma, una purga de lo que nos aflige. Nos dejó muy bien preparados para continuar, abrazando nuestro interior y bailando lentamente.

El otro plato, el plato con las vísceras, venía de la mano de Konstantin Sibold, un animal sobre los platos. Negro, oscuro y todos los sinónimos posibles le iban a este tipo, quien sacó el plato fuerte y nos bañó con hard techno más duro, pero pulcro para el baile asegurado.

Popof x Space 92 llegaban nuevamente con Turbulence, un show lleno de velocidad rítmica, profundidad y una sensación de estar en un constante aterrizaje y despegue sobre alguna nave de turbinas. Un poco literal, pero las mezclas nos acercaban a ello. Entre los silencios y drops explosivos, no había forma de no sentirse sobre las nubes. Los tracks se hacían cortos y poco a poco se iba haciendo claro en Fundo Mamacona. La gente bailaba, para algunos la noche recién empezaba y Turbulence era el acto de bienvenida. ¿Qué mejor que eso, no? Pero detengámonos un momento, en el stage de Red Bull, el que hacía de las suyas era Eli Brown, quien debutaba en nuestro país y con casa totalmente llena y un público que estaba totalmente entregado a él y su beat house impecable. Muchos amigos regresaron al stage principal con las energías a mil. Para algunos era inevitable sentirse en un éxtasis que los nublaba en por lo visceral en el stage principal, por eso una parada en el otro stage era ideal para surfearlo.

Motion iba llegando a su fin. El último track y el adiós del dúo se veían frente a nuestros ojos. Gritábamos por una más, y una más, aun cuando los DJs ya estaban fuera de escena, seguíamos gritando por más, pero era algo que no iba a suceder. Caminábamos como almas, lentamente y a un paso lento salíamos del portal, con una sonrisa, la galería llena de videos y fotos, el cuerpo vibrante y varios tracks shazameados. No necesitábamos más, pero por ahí escuchamos «¿After!?!?!?!?» y sucumbimos, pero esa ya es otra historia.

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