Por: LesterStone
Santa Madero apareció casi de la nada en escena con «Pero Frágil», una sofisticada pieza de pulso dance que recibió comentarios muy positivos y generó algún revuelo alrededor del conjunto en 2018 (a la postre sería elegida como canción del año para este portal web), a la que siguieron un par de singles que coincidían en su musicalidad ensoñadora, que coqueteaba tanto con el dream pop como con el r&b de trazo más fino («Linda Hamilton» y «Cámara»), así como en un innegable buen hacer compositivo, con la sedosa voz de la cantante Karina Castillo como sello de distinción.
«Quemarte a la mitad», sencillo del 2020, transitaba por una senda más pegadiza, de contagio más epidérmico en su empleo de los sintetizadores, en tanto que «Segunda Cita» del 2021 -con su beat casi bailable y ruidosa sección media- era otra prueba de enjundia en sus creaciones. No obstante, la entrega a cuentagotas de material en ese periodo inicial llevó a algunos a cuestionar si las virtudes mostradas en dichos singles podían llegar a redondearse en una entrega de formato extendido, como quien teme que la buena promesa no llegue a concretarse de modo definitivo.
La particular circunstancia creada por la pandemia de Covid-19 nos tocó a todos y Santa Madero no fue la excepción: la alineación del grupo pasó a ser un trío (completado, además de Castillo, por el guitarrista José Luis «El Alcalde» Gonzáles y el tecladista Dan Joe Salazar), tras lo cual se echaron a la tarea de escribir las canciones para su álbum debut (aunque el EP en vivo ‘Halloween 2021’ fue un entremés que les sirvió para presentar en sociedad otro par de tracks inéditos). Hasta que en mayo último lanzaron el sencillo «Puaj!».
Abro paréntesis: hace un par de meses fue materia de discusión el que algunos artistas de alto perfil como Charli XCX, FKA Twigs, Ed Sheeran y Halsey hicieran públicas las presiones recibidas de sus sellos discográficos por tener que crear contenido que se haga viral en la plataforma TikTok, inclusive condicionando el lanzamiento de música nueva al hecho de estar activos y posteando con regularidad en dicha red social. Ello debe ser la punta del iceberg en el pacto fáustico al que se liga un intérprete manejado por una disquera multinacional, en este caso el tener que adaptarse a las nuevas formas de promocionar un producto musical, incluso si ello tuviese poco que ver con la música en sí, trivialice el contenido de esta o cree un conflicto abierto con la libertad artística. Lo que también es cierto es que, pese a alguna satanización, redes como TikTok o Instagram pueden servir a la exposición de artistas en busca de llegar a un público más amplio, que es justamente lo que sucedió con Santa Madero y la promoción de «Puaj!», que mediante el alcance que tuvo un miniclip suyo en las mencionadas plataformas consiguió el objetivo de que el tema llegase a los 10.000 streamings durante su primera semana en Spotify, a lo que siguió poco después el estreno de su videoclip, que con una estética inspirada por el satírico cortometraje «Too Many Cooks» (aquel de Adult Swim) muestra a la conformación actual de la banda y su círculo de amigos cercanos, algunos de ellos también músicos. «Puaj!», primer adelanto de ‘Ya tengo nostalgia por conversaciones que tuve ayer’, el esperado debut en largo de Santa Madero, es el momento más poderoso de su cancionero, que se había distinguido por su contención incluso en sus instantes de mayor brío. Nada sobra y nada falta en este mecanismo de orfebrería pop, que se desactiva luego de 2 breves minutos, más que suficientes para quedar instalado en el cerebro. Uno de los singles peruanos del año, sin duda alguna.
El flamante ‘Ya tengo nostalgia por conversaciones que tuve ayer’ (cuya grabación fue en parte posible gracias a un programa de auspicio del Ministerio de Cultura) no se agota en ese pasaje estelar, al hacer gala de un equilibrio entre temas joviales y enérgicos -hallados sobre todo en su primera parte- y otros más sentidos, reafirmando su palmario know-how del formato canción y una saludable apertura musical que los lleva a incorporar nuevas sonoridades a su impronta, no exploradas del todo en su obra previa.
Al hablar hace unos días sobre el disco con unos amigos jocosamente les comentaba que las canciones están escritas desde una sensibilidad centennial que, al dirigirse de tú a tú a sus pares generacionales, me habían hecho sentir un poco viejo. Desde luego, eso no representa demérito alguno: a nivel lírico hay un cariz medular que gira en torno a las dudas y tropiezos que se presentan en el incierto paso de muchos veinteañeros hacia la madurez, empatizando con la confusión tan propia de esa etapa. Piezas de synth-pop luminoso como el sol de su natal Chaclacayo endulzan el oído («Piloto», «Mocedades (Aviones)», «Cruzar la pista»), en tanto que la remozada versión de «Algo así como tú» supone un preciso guiño al hyperpop, tan en boga hoy en día.
La emotividad cobra un rol más preponderante en la segunda mitad, con una dulce melancolía como eje, tal como la que exhiben «Todo bien», la balada «Un pequeño desastre planeado» (con la participación vocal del cantautor Jean Paul Medroa, figurante del videoclip de «Puaj!»), el remanso acústico «En nombre de todos mis encantos» -que luce de modo sobresaliente el registro vocal de Castillo- y el espíritu delicado y mimoso de «No puedo creer que hayas llegado aquí», que con su flotante línea de sintetizador cierra el LP en una nota suspensiva.
La apuesta de Santa Madero por un pop sobrio y al mismo tiempo ameno se materializa de forma exitosa en ‘Ya tengo nostalgia por conversaciones que tuve ayer’, cuya fugaz duración (27 minutos) lo hacen más que ideal para un replay constante y sus canciones de rotundo acabado lo convierten en uno de los álbumes destacados que nos va a dejar la cosecha nacional del 2022. Que otros le sigan.
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